lunes, 11 de abril de 2016

La magia de la creación y la aventura de escribir


Estoy, como dicen por aquí, "con el culo a dos manos" para acabar lo que tengo a medias.
Se acerca el día del libro y quiero tener al menos dos libros nuevos publicados para entonces, algo que sin duda será un milagro.
Como ya hace un año y poco que inauguré el blog, y porque al parecer hay gente que lo lee y todo (graciaaaas ;-)), me apetece compartir una imagen de mi oficina, para que os hagáis una idea del duro día a día de una escritora cualquiera:


Osos de peluche (por aquello de la compañía y porque mi casero no me deja tener animales vivos), auriculares (para que los vecinos no me echen del edificio), el iPad (porque hay cosas que sólo Apple puede solventar) y el portátil...básicamente porque sin él no estaría aquí.

¡No me diréis que no mola mi sofá/escritorio!

A  lo que íbamos...
Serán dos libros independientes, con historias completas cada uno, nada de segundas partes, todo en uno. (¡Qué guay! Ni sabía que se podía hacer eso)
Voy a lanzarme a la piscina y a publicarlos de pago, al mismo precio que los tres anteriores, sólo porque es algo que me apetece hacer a modo de ...estudio. Quiero ver el impacto de la publicación de una novela sin que ésta tenga una precuela gratuita.
La primera de estas novelas la comencé a principios de verano, pero perdí de vista mis deberes durante demasiado tiempo, y ello conllevó medio año de retraso; la estoy terminando ahora. La segunda, la comencé hace una semana y poco más y la acabé en menos de 30 horas. Sí, señoras y señores, todavía me duele el coxis después de pasar unas 26 horas despierta y sentada frente a este portátil. 26 horas seguidas en ese sofá de ahí arriba sin levantarme más que para hacer pis, y beber agua. Pero me enamoré, y cuando me enamoro tengo que escribirlo todo.

Todo comenzó cuando descubrí el Uluru...


He aquí el monumento del que les hablo. Me enamoré a primera vista, aunque ya venía enamorada de Australia desde hacía años. Decidí que sería allí donde transcurriría todo y después de un largo  trabajo de investigación, me puse manos al teclado a hilvanar y a colocar a mis personajes alrededor del monolito. Lo peor es la sensación que arrastro ahora de vacío, como si me faltase algo, como si ¡TUVIESE QUE IR AHORA ALLÍ, PORQUE SÍ! y lo mejor es que apuesto lo que quieran a que lo deseará todo el que lea el libro. ¡Es como...contagioso! Y me encanta esa sensación que tengo como si ya hubiese ido, o como si lo conociese de toda la vida. 
Decir que todo fue idea mía, sería mentir descaradamente, porque fueron ellas, mis socias/hermanas, creadoras de fantasías lujuriosas y descabelladas, las que comenzaron con aquello del: "Y si..." 
Pues ese Y si... llegó a su culmen hace unos días; y aquí estoy, apenada porque quiero seguir allí, en Australia, bajo la escasa sombra que proyectan las kurkaras australianas, o sumergida en las paradisíacas aguas de los manantiales sagrados del Uluru. (Suspiro interminable aquí)
No se hacen a la idea de la perreta que me entró con el dichoso monumento, pero es que...¿cómo no iba a ser protagonista de una novela semejante belleza?




Del otro libro ya hablé en un post anterior y sólo me queda decir que hasta que no sienta que está todo bien amarrado y bajo control, estará en el "laboratorio", o en "observación". 

En cuanto al Código 7700...

Bueno, sabía que lanzar un libro que no tuviese que ver con el romance, era arriesgado;  aún sabiendo que lo más que se vende es el romance y pese a que incluí romance en él, no está resultando tan "rentable" como creía. Aún así, me siento orgullosa de esa historia y voy a darle un final digno, porque me apetecía que ese libro viese la luz y porque hay gente que lo está esperando, lo que lo hace aún más necesario. 
El otro día comencé a releerlo una vez más y es una pasada. No está mal que yo lo diga porque, vamos a ver... ¿quién sino yo va a hablar maravillas de sus creaciones? ¿Acaso han visto a una madre hablar pestes de sus hijos? Pues es lo mismo.
Resumiendo: estoy en medio de un proceso de creación cuyo resultado desconoceré hasta que estos proyectos vean la luz y se enfrenten de bruces contra el furioso mercado de la autopublicación y de los escritores de usar y tirar, que cada vez son más y peores. Esto convierte mi trabajo en uno de los de más alto riesgo, si lo miran bien, cada publicación es una lotería y tal vez me he pegado 26 horas de mi vida sentada en un mismo lugar para nada. Pero lo asumimos y seguimos hacia delante dejándonos llevar por las intuiciones, que hasta ahora no han fallado. Y esto, caballeros y caballeras, es la adrenalina y la vida en sí misma, o lo que  llamamos ¡lanzarse a la aventura!

Me voy a corregir y a escribir. ¡Nos leemos pronto!





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